MINIFALDA: UN PANFLETO DE TELA
Ana Baselga
En 1964 una joven británica llamada Mary Quant levantó el telón de su moda
y acortó la falda de sus modelos hasta hacerla mini convirtiendo los
centímetros de muslo que las jovencitas de la década empezaron a enseñar
masivamente en una fuerte polémica. Entre los detractores de la mini Coco
Chanel que siempre consideró la rodilla como una fea articulación que no valía
la pena enseñar. De acuerdo con la teoría de Royster —publicada en un medio tan
serio como Wall Street Journal— «la línea de la falda y la visibilidad de los
pechos son directamente proporcionales a la prosperidad económica». Esta
afirmación resultaba ser cierta también en la Europa que encaraba los años
sesenta desde el desarrollo económico aunque para Mary Quant la decisión de
acortar la línea de sus faldas respondiera a otros motivos. «No quería crecer
no me gustaba la ropa de la gente mayor era muy aburrida así que empecé a hacer
los vestidos dela forma en que yo creía que debían ser».
Esta sencilla declaración de principios encarnaba todo un manifiesto
revolucionario que prendió como la pólvora en una juventud que amagaba ya con
rechazar el mundo de sus mayores. Cuando Mary Quant abrió su tienda Bazar en
King's Road desde América venían ya los aires de una nueva moda popular ajena
al lujo de los salones de moda parisienses los adolescentes europeos sensibles
a esa corriente decidieron también tomar la palabra. Y el Reino Unido asumió un
papel preponderante en la nueva cultura inventada al son de los nuevos ritmos
entre los que destacaron los Beatles que impusieron las melenas largas.
En esos años los uniformes de los
jóvenes empezaron a relacionarse con el malestar y el inconformismo ideológico
y la minifalda fue asumida por las chicas como un símbolo de liberación
femenina. La música el vestido y la contestación sentaron los pilares para el
nacimiento de una contracultura juvenil. La tribu minifaldera se hizo pronto
universal y continuó con la quema de fetiches femeninos desterrando
definitivamente las medias las fajas y ligueros mientras patentaba los panties
como nuevos compañeros de batalla. Pero las sensibles antenas de los grandes
salones fueron conscientes de que los jóvenes y el futuro habían tomado la palabra.
Con el paso del tiempo hasta los sectores más conservadores se apuntaron al
nuevo reto de la minifalda y propiciaron una clara vuelta de las tornas.
Vaciaron de contenido este original panfleto de tela.
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