LA GAVIOTA Y EL PESCADOR
Una gaviota amaneció volando muy alto
sobre el mar. Allá abajo divisó, haciendo espumas entre tanto azul, la barca de
un pescador. -¡Ah, si yo tuviera una red como la de ese hombre –se dijo la
gaviota- no tendría por qué resignarme a agarrar un solo pez tras varios
intentos de picada en el agua! A su vez,
el pescador, embelesado con el vuelo de la gaviota, se decía: -Si tuviera el
privilegio de ver desde lo alto lo que puedo pescar, no me aventuraría tanto en
aguas profundas y ni siquiera me alejaría de la costa en la madrugada, cuando
todo pescador es ciego y su oído anda extraviado en la inmensidad.
REFLEXIÓN
Muchas personas gastan su vida sin
atreverse a ser ellos mismos, sin plantearse cómo en realidad quieren ser o
cuál es su misión en la vida. Viven desgarrados por el afán de imitar a otros,
por el deseo de parecerse o ser como alguien a quien envidian o admiran. Educar es ayudar a cada alumno a ser lo que
está llamado a ser. A quererse, aceptarse y potenciar todos sus talentos y
posibilidades, sabiendo que él es único e irrepetible. Vivir es construirse. La
vida exige una lucha tenaz por llegar a ser uno mismo. Sólo ayudarás a otros a
ser, si tú te esfuerzas por serlo, si vives comprometido en tu permanente
crecimiento interior. Para ayudar a otros a ser auténticos y buenos, tú tienes
que esforzarte día a día por ser cada vez mejor. Sólo es posible respetar y
querer a los demás si uno empieza respetándose y queriéndose a sí mismo, lo que
implica aceptarse y valorarse por lo que uno es, y no por lo que aparenta ser,
ni por lo que tiene o dice tener. Recuerda y vive intensamente el poema Yo soy yo de Virginia Satir:
En todo el mundo, no hay nadie
exactamente como yo. Hay personas que tienen algunas partes en que se parecen a
mí, pero nadie es idéntico a mí. Por lo tanto, todo lo que sale de mí es
auténticamente mío porque yo sola lo elegí. Todo lo mío me pertenece –cuerpo,
incluyendo todo lo que éste hace; mi mente, incluyendo todos sus pensamientos e
ideas; mis ojos, incluyendo las imágenes que perciben; mis sentimientos,
cualesquiera que estos puedan ser coraje, alegría, frustración, amor,
desilusión, excitación; mi boca, y todas las palabras que salgan de ella,
agradables, dulces o bruscas, justas o injustas; mi voz, fuerte o suave; y
todos mis actos, sean estos para otros o para mí misma. Me pertenecen mis
fantasías, mis sueños, mis esperanzas, mis temores. Me pertenecen todos mis
triunfos y éxitos, todos mis fracasos y errores. Porque todo lo mío me
pertenece, puedo llegar a familiarizarme íntimamente conmigo misma. Y al hacer
esto puedo amarme y aceptarme, y aceptar todas las partes de mi cuerpo.
Entonces puedo hacer posible que todo lo que me pertenece trabaje para lograr
lo mejor para mí. Sé que hay aspectos de mí misma que me confunden, y otros que
no conozco. Pero mientras me conozca y me ame, puedo buscar valerosamente y con
esperanza la solución a mis confusiones y la forma de conocerme más. La forma
como luzca, como suene para los demás, lo que diga o haga, lo que piense y
sienta en un momento determinado soy yo. Esto es auténtico y representa dónde
estoy en este momento.
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