jueves, 17 de mayo de 2018

MANOS FEAS
 
Mamá, le dijo el niño, eres hermosa;
tu rostro es el trasunto de una diosa.
La madre sonrióse enternecida,
Mas el niño, tornando a otras ideas,
Añadió con palabras conmovidas:
Pero, en cambio, tus manos ¡son tan feas!
Calló el niño al mostrar estos decires,
Mas replicó la madre: no las mires,
Si tanto te disgusta contemplarlas…
No lo puedo evitar, le dijo el niño,
Si al palparlas con ávido cariño,
Tengo, ¡oh madre!, al instante que apartarlas.
El padre que escuchaba al niño dijo:
Te contaré una historia, mi buen hijo.
Hace tiempo, dormía un niño rozagante;
Encendióse el mosquitero,
Y las lumbres del fuego traicionero
Amenazaban la vida del infante.
La nodriza corrió despavorida;
Mas la madre, heroica y decidida,
El fuego dominó a manotadas,
Salvando de las llamas a su niño,
Pero manos de blancor de armiño,
Quedaron sin piedad carbonizadas.
Cuando, al final las vendas le quitaron,
Las manos deformadas le quedaron…
El niño comprendió, y en un segundo,
Voló hacia su madre, le besó las manos,
Diciendo entre sollozos sobrehumanos:
¡No hay manos cual las tuyas en el mundo!

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